Úlceras por presión en personas mayores
Dr. Rubén Alcantud, geriatra
¿Qué son las úlceras por presión?
Las úlceras por presión, también conocidas como úlceras de decúbito o escaras, son lesiones en la piel y tejidos subyacentes causadas por una presión prolongada sobre una zona del cuerpo.
Se producen comúnmente en personas con movilidad reducida que permanecen mucho tiempo en la misma posición, ya sea en cama o en silla de ruedas.
¿Cuáles son las causas de las úlceras por presión?
Las principales causas son:
- Presión prolongada sobre zonas del cuerpo, especialmente sobre prominencias óseas.
- Fricción de la piel contra superficies o cizallamiento (cuando la piel se estira en direcciones opuestas)
- Humedad excesiva de la piel
- Mala circulación sanguínea
- Desnutrición
- Fragilidad capilar por el envejecimiento
- Inmovilidad
Etapas de las úlceras por presión
Se clasifican en 4 etapas según su gravedad:
- Grado I: Enrojecimiento de la piel que no blanquea al presionar. La piel está intacta.
- Grado II: Pérdida parcial del grosor de la piel. Aparece una úlcera superficial o ampolla.
- Grado III: Pérdida total del grosor de la piel. El tejido graso subcutáneo puede ser visible.
- Grado IV: Pérdida total del grosor de los tejidos. Pueden verse o palparse huesos, tendones o músculos.
Consecuencias en personas mayores
- Dolor intenso y sufrimiento
- Mayor riesgo de infecciones
- Complicaciones como osteomielitis (infección del hueso) o sepsis (infección generalizada)
- Ingresos hospitalarios prolongados
- Deterioro de la calidad de vida
- Aumento de la mortalidad en casos graves.
1.
¿Cuándo debería consultar con un geriatra?
Se debe consultar con una enfermera especialista o con su geriatra cuando:
- Aparece una nueva úlcera o empeora una existente.
- Hay signos de infección: mal olor, pus, enrojecimiento, dolor, fiebre.
- La úlcera no mejora con los cuidados básicos.
- Hay exposición de hueso o músculo.
- La persona tiene fiebre o malestar general.
2.
Pruebas para valoración y diagnóstico
Las principales pruebas incluyen:
- Exploración física detallada de la piel.
- Análisis de sangre para valorar estado nutricional e infecciones.
- Cultivos de la herida si hay sospecha de infección.
- Radiografías o, en casos graves, resonancia magnética de úlceras profundas para descartar osteomielitis.
El diagnóstico y tratamiento tempranos son fundamentales para evitar complicaciones graves en las personas mayores con úlceras por presión.
Prevención de lesiones por presión
Recomendaciones para prevenir las úlceras por presión en personas mayores
- Realizar cambios posturales frecuentes: Es recomendable cambiar la posición del paciente cada 2-3 horas, siguiendo un programa rotatorio que incluya posiciones como decúbito supino (boca arriba), lateral derecho e izquierdo, y sedestación (sentado) si es posible. Estos cambios ayudan a redistribuir la presión y mejorar la circulación sanguínea en las áreas de riesgo. Es importante tener en cuenta que los cambios deben realizarse con cuidado, evitando fricciones y cizallamientos que puedan dañar la piel.
- Utilización de superficies de apoyo especializadas: Se recomienda el uso de colchones y cojines diseñados específicamente para reducir la presión, como los colchones de aire alternante o los de espuma viscoelástica. Estos dispositivos distribuyen el peso del cuerpo de manera más uniforme, reduciendo la presión en los puntos de apoyo.
- Mantener la piel limpia y seca: Se debe realizar una higiene diaria con productos suaves y no irritantes, preferiblemente con pH neutro. Es crucial secar la piel completamente, especialmente en los pliegues cutáneos y zonas de riesgo como el sacro, los talones y los codos. La humedad excesiva puede macerar la piel y hacerla más susceptible a lesiones, por lo que es importante cambiar regularmente la ropa de cama y los pañales si se utilizan.
- Hidratar regularmente la piel: Se recomienda aplicar cremas hidratantes después del baño o la limpieza, cuando la piel aún está ligeramente húmeda. Es importante elegir productos que no contengan alcohol y que sean adecuados para pieles sensibles. La hidratación ayuda a prevenir la sequedad y las grietas en la piel, que pueden ser puntos de entrada para infecciones y el inicio de úlceras por presión.
- Asegurar una buena nutrición e hidratación: Una dieta equilibrada, rica en proteínas, vitaminas (especialmente A y C) y minerales, ayuda a mantener la integridad de la piel y promueve la cicatrización. Es importante asegurar una ingesta adecuada de líquidos, generalmente entre 1.5 y 2 litros al día, a menos que exista una contraindicación médica. En casos de desnutrición o dificultades para alimentarse, puede ser necesario consultar con un nutricionista para considerar suplementos nutricionales.
- Evitar el arrastre al mover al paciente: Siempre que sea posible, se debe levantar al paciente en lugar de arrastrarlo sobre la superficie de la cama o la silla. Para ello, es recomendable utilizar dispositivos de ayuda como sábanas de transferencia o grúas. Si es necesario mover al paciente en la cama, se debe hacer con cuidado, levantando ligeramente su cuerpo para reducir la fricción. Esta práctica ayuda a prevenir el daño en las capas superficiales de la piel.
- Protección de las áreas de alto riesgo: Se recomienda el uso de apósitos protectores o dispositivos específicos como taloneras en zonas propensas a desarrollar úlceras, como los talones, codos, y región sacra. Estos dispositivos ayudan a redistribuir la presión y reducir la fricción. Es importante elegir productos que no comprometan la circulación y que permitan la inspección regular de la piel.
- Control de la elevación de la cabecera de la cama: Se recomienda mantener la cabecera elevada no más de 30 grados, excepto durante las comidas o por indicación médica específica. Esta posición ayuda a minimizar la presión sobre el área sacra y reduce el riesgo de deslizamiento, que puede causar fuerzas de cizallamiento dañinas para la piel. Es importante ajustar la posición del paciente regularmente para evitar que se deslice hacia abajo en la cama.
- Fomentar la movilidad y el ejercicio, dentro de las posibilidades del paciente: Se debe estimular al paciente a moverse por sí mismo si es capaz, o ayudarlo a realizar ejercicios pasivos si su movilidad es limitada. Incluso pequeños movimientos pueden mejorar significativamente la circulación sanguínea y reducir el riesgo de úlceras. Es importante consultar con un fisioterapeuta para diseñar un programa de ejercicios adecuado a las capacidades del paciente.