Incontinencia urinaria
Dr. Rubén Alcantud, geriatra
Incontinencia urinaria en personas mayores
La incontinencia urinaria en personas mayores es la pérdida involuntaria de orina que causa molestias o problemas higiénicos y sociales. Es importante prestarle atención porque afecta significativamente la calidad de vida y puede tener graves consecuencias físicas y emocionales.
La prevalencia varía en función de la edad y el sexo, aumentando con la edad y siendo más frecuente en la mujer que en hombres, prevalencia que llega hasta el 80% en personas mayores de 85 años.
A pesar de afectar a tantas personas, la incontinencia es un problema infradiagnosticado debido a que las personas afectadas no suelen buscar ayuda profesional; muchos piensan que a cierta edad es normal o les da vergüenza hablar de ello.
¿Cuáles son las causas de la incontinencia urinaria?
Las posibles causas de la incontinencia urinaria en personas mayores incluyen:
- Cambios anatómicos y funcionales propios del envejecimiento
- Enfermedades neurológicas como demencia, Parkinson o accidentes cerebrovasculares (ictus).
- Problemas urológicos como hiperplasia prostática o prolapso uterino.
- Infecciones urinarias.
- Efectos secundarios de medicamentos.
- Estreñimiento crónico.
- Deterioro cognitivo y funcional.
- Barreras ambientales que dificultan el acceso al baño.
¿Cuáles pueden ser las consecuencias de la incontinencia en las personas mayores?
Las consecuencias de la incontinencia en personas mayores pueden ser:
- Infecciones urinarias recurrentes.
- Problemas cutáneos como dermatitis o úlceras.
- Deterioro de la calidad del sueño.
- Pérdida de independencia.
- Aumento del riesgo de institucionalización.
- Carga económica y emocional para el paciente y sus cuidadores.
- Aislamiento social y depresión.
- Mayor riesgo de caídas y fracturas.
Tipos de incontinencia urinaria
Los principales tipos de incontinencia urinaria en personas mayores son:
- Incontinencia de esfuerzo: se caracteriza por la pérdida involuntaria de orina al realizar esfuerzos físicos como toser, reír o levantar peso, siendo más común en mujeres.
- Incontinencia de urgencia: implica una necesidad repentina e imperiosa de orinar seguida de pérdida de orina.
- Incontinencia mixta: combina síntomas de esfuerzo y urgencia.
- Incontinencia por rebosamiento: se produce cuando la vejiga no se vacía y gotea orina, siendo más frecuente en hombres con problemas de próstata.
- Incontinencia funcional: ocurre cuando existen barreras físicas o cognitivas que impiden llegar al baño a tiempo, a pesar de que el sistema urinario funcione correctamente.
- Incontinencia refleja: se asocia a lesiones de la médula espinal y se caracteriza por contracciones involuntarias de la vejiga.
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¿Cuándo debería consultar con un especialista?
Se debe consultar con un especialista cuando:
- La incontinencia afecta la calidad de vida o las actividades diarias.
- Aparece de forma repentina o empeora rápidamente.
- Se acompaña de otros síntomas como dolor, sangre en la orina o fiebre.
- Persiste después de intentar medidas conservadoras.
- Hay signos de alarma como debilidad en las piernas o pérdida de sensibilidad.
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¿Cómo se suele realizar su valoración y diagnóstico?
Para llegar al diagnóstico de la incontinencia urinaria, generalmente se realizan:
- Historia clínica detallada.
- Exploración física completa.
- Análisis de orina y cultivo si se sospecha infección.
- Evaluación del volumen residual postmiccional.
- Diario miccional para registrar patrones de ingesta de líquidos y micciones.
- En algunos casos, pruebas urodinámicas o estudios de imagen.
Recomendaciones para abordar la incontinencia en personas mayores:
1. Mantener una hidratación adecuada: Asegure una ingesta de líquidos equilibrada, generalmente entre 1.5 y 2 litros al día, ajustando según las necesidades individuales y el consejo médico. Distribuya la ingesta a lo largo del día, reduciendo el consumo en las horas previas a acostarse. Opte por agua, infusiones sin cafeína y zumos diluidos. Evite las bebidas con cafeína, alcohol y los refrescos carbonatados, ya que pueden irritar la vejiga. Recuerde que una hidratación insuficiente puede concentrar la orina y empeorar la irritación vesical, mientras que el exceso de líquidos aumenta la frecuencia urinaria.
2. Realizar ejercicios de fortalecimiento del suelo pélvico: Los ejercicios de Kegel son un pilar importante para mejorar el control de la vejiga en los mayores sin deterioro cognitivo. Comience identificando los músculos correctos: son los que se usan para detener el flujo de orina. Contraiga estos músculos durante unos segundos y luego relájelos. Repita este proceso varias veces al día. Gradualmente, aumente la duración de las contracciones. Es crucial realizar estos ejercicios correctamente, por lo que se recomienda la supervisión inicial de un especialista. La práctica regular puede mejorar significativamente el control de la vejiga en unas semanas.
3. Establecer un horario de micciones programadas: Implemente un calendario de micciones, animando a la persona mayor a ir al baño cada 2-3 horas durante el día, independientemente de si siente la necesidad. Comience registrando el patrón miccional actual en un diario durante unos días. Luego, establezca un horario basado en estos patrones, programando visitas al baño ligeramente antes de los momentos habituales de pérdida. Gradualmente, aumente el intervalo entre micciones para “entrenar” la vejiga a retener más orina. Este enfoque puede ser especialmente útil para personas con deterioro cognitivo o movilidad reducida.
4. Adaptar el entorno: Realice una evaluación exhaustiva del entorno doméstico para facilitar el acceso rápido y seguro al baño. Elimine obstáculos en el camino al baño, como alfombras sueltas o muebles mal ubicados. Instale iluminación adecuada, especialmente para el trayecto nocturno, considerando luces con sensor de movimiento. En casos de movilidad reducida, instale barras de apoyo en el baño y cerca del inodoro. Para las noches, coloque una silla con inodoro cerca de la cama. En casos de demencia, considere el uso de señales visuales claras que indiquen la ubicación del baño.
5. Utilizar productos absorbentes adecuados: Seleccione productos absorbentes de calidad, adecuados al nivel de incontinencia y a las preferencias del usuario. Existen opciones desde protectores ligeros hasta pañales completos. Asegúrese de elegir el tamaño correcto para evitar fugas y molestias. Cambie los mismos con frecuencia, idealmente después de cada episodio de incontinencia, para mantener la piel seca y prevenir irritaciones o infecciones. Utilice productos de higiene suaves y sin perfumes para la limpieza. Considere el uso de cremas barrera para proteger la piel. Recuerde que el uso de productos absorbentes no debe reemplazar el tratamiento de la causa subyacente de la incontinencia.
6. Mantener un peso saludable y realizar actividad física: El sobrepeso aumenta la presión sobre los músculos del suelo pélvico, empeorando la incontinencia. Fomente el mantenimiento de un peso saludable a través de una dieta equilibrada y actividad física regular. El ejercicio no solo ayuda con el control del peso, sino que también mejora la circulación y el tono muscular general. Evite ejercicios que impliquen saltos o impactos fuertes, ya que pueden empeorar la incontinencia.
7. Revisar la medicación: Realice una revisión exhaustiva de la medicación actual con su geriatra. Algunos medicamentos, como diuréticos, antidepresivos, antihistamínicos o relajantes musculares, pueden contribuir a la incontinencia. No suspenda ningún medicamento sin supervisión médica. Su geriatra puede considerar ajustar las dosis, cambiar los horarios de administración o sustituir medicamentos por alternativas que tengan menos impacto en la continencia. En algunos casos, pueden recetarse medicamentos específicos para tratar la incontinencia, siempre evaluando cuidadosamente los beneficios y riesgos en personas mayores.
8. Fomentar una actitud positiva y abierta: Promueva una comunicación abierta y sin tabúes sobre la incontinencia. Anime a la persona mayor a hablar sobre sus síntomas con profesionales de la salud, familiares y cuidadores. Proporcione información educativa sobre la incontinencia, enfatizando que es un problema tratable y no una consecuencia inevitable del envejecimiento. Una actitud positiva y proactiva puede marcar una gran diferencia en el manejo efectivo de la incontinencia y en la calidad de vida general de la persona mayor.
Enlaces de interés
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