Malnutrición en personas mayores
Dr. Rubén Alcantud, geriatra
¿Qué es la malnutrición?
La malnutrición en personas mayores es un problema de salud grave que ocurre cuando el cuerpo no recibe los nutrientes necesarios para funcionar adecuadamente.
Es crucial prestarle atención porque puede tener consecuencias serias en la salud y calidad de vida de los adultos mayores, aumentando el riesgo de enfermedades, caídas y otras complicaciones.
¿Cuáles son las causas de malnutrición?
Las posibles causas de malnutrición en personas mayores incluyen:
- Problemas dentales que dificultan la masticación
- Pérdida del sentido del gusto y el olfato.
- Dificultades para tragar (disfagia).
- Enfermedades crónicas o agudas.
- Efectos secundarios de medicamentos.
- Depresión o aislamiento social.
- Limitaciones físicas para comprar o preparar alimentos.
- Problemas económicos.
¿Cuáles son los primeros síntomas de malnutrición?
Los primeros síntomas de malnutrición en adultos mayores pueden incluir:
- Pérdida de peso no intencional.
- Fatiga y debilidad muscular.
- Piel seca y arrugada.
- Cabello quebradizo.
- Cambios en el estado de ánimo.
- Pérdida de apetito.
- Problemas de concentración y memoria.
¿Cuáles son las consecuencias de malnutrición?
Las consecuencias de la malnutrición en personas mayores incluyen:
- Mayor riesgo de infecciones y complicaciones de enfermedades.
- Pérdida de masa muscular y ósea.
- Aumento del riesgo de caídas y fracturas.
- Deterioro cognitivo y depresión.
- Retraso en la cicatrización de heridas.
- Mayor riesgo de hospitalización y muerte.
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¿Cuándo debería consultar con un especialista?
Se debe consultar con un especialista cuando se observen los siguientes signos o síntomas persistentes en una persona mayor:
- Si se nota una disminución significativa del peso en los últimos meses sin razón aparente.
- Si la persona mayor muestra una reducción constante en su ingesta de alimentos o rechaza comidas con frecuencia.
- Si se observa una pérdida de fuerza notable, especialmente en brazos y piernas.
- Cuando la persona mayor se siente constantemente agotada, incluso al realizar actividades cotidianas.
- Si se nota que la piel está más seca, arrugada o que el cabello se ha vuelto más quebradizo.
- Cuando se observan dificultades cognitivas que no son habituales en la persona.
- Si la persona presenta problemas frecuentes al comer o beber.
- Si se observa un aumento en la frecuencia de enfermedades o infecciones.
- Si presenta cambios en el estado de ánimo, como tristeza o apatía.
- Si se observa hinchazón en piernas o brazos (edemas).
Es importante consultar con un especialista si estos síntomas persisten o si se observa una combinación de varios de ellos.
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¿Qué pruebas se suelen realizar para su diagnóstico?
Para diagnosticar la malnutrición en personas mayores, se suelen realizar las siguientes evaluaciones y pruebas:
- Examen físico completo, buscando signos visibles de malnutrición como pérdida de masa muscular, cambios en la piel y edemas.
- Historia clínica detallada, para recopilar información sobre enfermedades previas, medicamentos actuales, hábitos alimentarios y cambios recientes en el apetito o peso.
- Mediciones antropométricas como peso y talla.
- Análisis de sangre: se puede solicitar para evaluar los niveles de proteínas, vitaminas, colesterol, triglicéridos y glucosa en sangre.
- Evaluación de la dieta: análisis detallado de la ingesta alimentaria habitual del paciente.
- Pruebas de funcionalidad: evaluación de la fuerza de agarre y pruebas de rendimiento físico como velocidad de la marcha.
- Evaluación de la capacidad de deglución, especialmente si se sospecha de disfagia.
- Evaluación cognitiva y del estado de ánimo, para descartar depresión o deterioro cognitivo que puedan afectar la alimentación.
- Revisión de la medicación, para identificar fármacos que puedan afectar el apetito o la absorción de nutrientes.
- Pruebas de imagen: En casos específicos, se pueden realizar radiografías o densitometrías óseas para evaluar la densidad ósea y el riesgo de osteoporosis.
- Evaluación social: Se considera el entorno del paciente, su capacidad para obtener y preparar alimentos, y su red de apoyo.
El diagnóstico de malnutrición en personas mayores es un proceso integral que requiere la colaboración de varios profesionales de la salud.
La detección temprana es crucial para prevenir complicaciones y mejorar su calidad de vida.
10 recomendaciones para evitar la malnutrición en personas mayores:
- Asegure una dieta variada y equilibrada: Una alimentación equilibrada es fundamental para prevenir la malnutrición en adultos mayores. Incluya diariamente una variedad de alimentos de todos los grupos nutricionales: frutas y verduras frescas de diferentes colores, proteínas magras como pescado, pollo, legumbres y huevos y productos lácteos bajos en grasa o alternativas fortificadas con calcio. Esta diversidad garantiza un aporte adecuado de vitaminas, minerales y proteínas esenciales para mantener la salud y el bienestar.
- Fomente comidas frecuentes y pequeñas: En lugar de tres comidas grandes al día, opte por 5-6 comidas más pequeñas. Esto puede ayudar a mantener niveles de energía estables y facilitar la digestión. Incluya meriendas nutritivas entre las comidas principales, como yogur con frutas o un puñado de frutos secos. Estas comidas frecuentes ayudan a mantener un aporte constante de nutrientes y pueden ser especialmente beneficiosas para personas mayores con poco apetito o que se sienten llenas rápidamente.
- Adapte la textura de los alimentos: Si existen problemas de masticación o deglución, es crucial adaptar la textura de los alimentos para facilitar su consumo sin comprometer el valor nutricional. Opte por alimentos suaves como purés de verduras, carnes tiernas o pescado desmenuzado, y frutas maduras o en compota. Utilice técnicas de cocción como el hervido, el vapor o el guisado para ablandar los alimentos. En casos de disfagia, considere el uso de espesantes para líquidos. Estas adaptaciones pueden hacer que las comidas sean más seguras y agradables.
- Promueva una adecuada hidratación: La deshidratación es un riesgo común en adultos mayores y puede contribuir a la malnutrición. Fomente el consumo regular de líquidos, ofreciendo agua, infusiones sin azúcar, caldos o sopas ligeras. Incluya alimentos con alto contenido de agua como sandía, pepino o tomate. Establezca recordatorios para beber agua a lo largo del día y tenga bebidas fácilmente accesibles. En climas cálidos o durante episodios de enfermedad, aumente la ingesta de líquidos para prevenir la deshidratación. En casos de disfagia, considere el uso de espesantes para líquidos.
- Estimule el apetito: Para combatir la pérdida de apetito común en la vejez, enfóquese en hacer las comidas más atractivas y apetecibles. Presente los platos de manera colorida y visualmente atractiva. Utilice hierbas aromáticas y especias para realzar el sabor de los alimentos, compensando la posible disminución del sentido del gusto. Considere los alimentos preferidos de la persona mayor, adaptándolos para que sean nutritivos.
- Fomente la actividad física regular: El ejercicio regular adaptado a las capacidades del adulto mayor no solo mejora la salud general, sino que también estimula el apetito y ayuda a mantener la masa muscular. El movimiento regular mejora la digestión, el tránsito intestinal y puede aumentar la sensación de hambre. Además, la actividad física en grupo puede combatir el aislamiento social, otro factor que puede afectar negativamente la nutrición.
- Considere el uso de suplementos nutricionales: En casos donde la dieta no logra cubrir todas las necesidades nutricionales, los suplementos pueden ser una opción valiosa. Sin embargo, es crucial que su uso sea supervisado por un especialista. Estos no deben reemplazar una dieta equilibrada, sino complementarla cuando sea necesario, especialmente en casos de deficiencias diagnosticadas o durante la recuperación de enfermedades o cirugías.
- Promueva la socialización durante las comidas: Comer en compañía puede mejorar significativamente la ingesta nutricional y hacer de las comidas una experiencia más placentera. Fomente las comidas familiares o con amigos. Si la persona mayor vive sola, considere opciones como centros comunitarios o clubes para personas mayores. La interacción social durante las comidas no solo combate el aislamiento, sino que también puede prolongar el tiempo dedicado a comer, permitiendo una mejor ingesta y digestión.
- Realice un seguimiento regular del estado nutricional: Mantenga un registro del peso y observe cambios en los hábitos alimentarios o el estado general de salud. Programe revisiones regulares con su geriatra o un nutricionista para evaluar el estado nutricional. Esté atento a signos de malnutrición como pérdida de peso no intencional, fatiga persistente o cambios en la piel. Un seguimiento activo permite detectar y abordar problemas nutricionales de manera temprana.
- Eduque a cuidadores y familiares: La educación de quienes rodean al adulto mayor es crucial para mantener una buena nutrición. Proporcione información sobre las necesidades nutricionales específicas de las personas mayores, cómo planificar comidas equilibradas y técnicas para hacer la alimentación más segura y agradable. Enseñe a reconocer signos de malnutrición y cuándo buscar ayuda profesional. Involucre a los cuidadores en la preparación de comidas y en la creación de un ambiente positivo alrededor de la alimentación.
Enlaces de interés
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